El peligro de la comoditización del turismo sostenible

El turismo sostenible era ya antes de la crisis del coronavirus un valor emergente en el sector. Así lo recogía la encuesta realizada por el equipo de Consumer Insights de la firma STR que revelaba la importancia del turismo sostenible, así como el impacto del cambio climático en la percepción de los viajeros.

La encuesta, realizada en enero de 2020 captó las opiniones de más de mil viajeros internacionales y destaca cómo la industria del turismo analiza cada vez más su impacto en el medio ambiente, según explicaba Sean Morgan, director de Investigación de STR. La investigación tenía como objetivo examinar si el viajero moderno tiene una percepción de los esfuerzos realizados para implementar prácticas más verdes y sostenibles en la industria del turismo.

Una tendencia acelerada por el “efecto Greta”, los viajeros de la Generación Z y los millennials. Los jóvenes tienen la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente como un valor mucho más fierte que otras generaciones. Según la encuesta, planificar unas vacaciones ‘más verdes’ es importante para más del 50 por ciento de los viajeros mientras que el 40 por ciento eligió una posición neutral.

Entre los datos destaca cómo un 35 % de los viajeros declara que no querría visitar un país que no se esforzara por luchar contra el cambio climático, por lo que el posicionamiento y la reputación de los destinos turísticos tienen que trabajar mucho más la percepción y las expectativas de los viajeros en sus políticas de  proyección y promoción.

El riesgo de la comoditización

Muchos destinos han identificado ya esa tendencia y se promocionan como sostenibles. Algo que se va a acelerar en la carrera por captar de nuevo a los viajeros y a los turistas a medida que se vaya volviendo a la nueva normalidad. Hay territorios mejor posicionados que otros y llevan años apostando por el turismo sostenible, pero el riesgo para el sector radica hoy en que se vanalice el término con campañas de promoción que no están basadas en una oferta de valor realmente sostenible, sino en un márketing verde convirtiendo el término «turismo sostenible» en un nuevo commodity que vaya perdiendo valor rápidamente.

Es por ello, que es importante trabajar los destinos turísticos sostenibles con una estrategia integral. Una promoción inteligente y eficiente creando nuevas narrativas creativas y auténticas que permita poner en valor los atributos y valores de un destino sostenible con una alianza y trabajo coordinado y colaborativo entre instituciones, empresas del sector y los ciudadanos. La reputación y la generación de confianza van a ser un factor crítico cada vez más central en la elección de un destino por lo que es necesario trabajar de forma coherente entre todos los actores de la cadena de valor que intervienen en la promoción de un destino o un establecimiento turístico. No en vano, el 70% de los viajeros -según la encuesta de STR- cree que existe poco o ningún esfuerzo para ser sostenible entre los proveedores de turismo, incluyendo las compañías de transportes (aviones, trenes, autobuses, etc).

La reputación la y la generación de confianza van a ser un factor crítico cada vez más central en la elección de un destino,por lo que es necesario trabajar de forma coherente entre todos los actores de la cadena de valor que intervienen en la promoción de un destino o un establecimiento turístico.

Cumplir con la promesa de valor

Posicionarse como un destino sostenible requiere una delicada coordinación de esfuerzos entre los agentes del terriorio así como desplegar una estrategia de comunicación y promoción 360.

Las nuevas tecnologías nos permiten iniciar el viaje, o la elección del viaje, desde la pantalla de nuestro ordenador o telefono móvil, por lo que hay que impactar positivamente desde el primer momento trabajando en el terreno de las expectativas y las creencias compartidas que son las que impactan en la reputación de un destino.

La promoción de un destino sostenible desborda las campañas de promoción institucionales. Para ser efectivos y creíbles, se hace indispensable implicar a los diferentes actores participando activamente y de forma creativa con sus redes sociales para proyectar autenticidad, talento, identidad y compromiso. Hoy, el medio ya no es el mensaje, sino las personas son el mensaje. Los mensajes compartidos o los comentarios de las personas generan más confianza que las campañas tradicionales de promoción o la publicidad.

El turismo sostenible tiene igualmente que proyectar su compromiso con la transformación económica, social y medioambiental. Muestra el compromiso de los diferentes actores para con el territorio, proyectando unos valores y un compromiso que va mucho más allá que desarrollar un negocio. Es una forma de vida que pretende transformar y mejorar tanto el territorio como al viajero para conciliar ocio con el desarrollo sostenible, por lo que su mirada debe ser de medio y largo plazo, manteniendo la coherencia con ciertas prácticas y valores.

En esa carrera por el desarrollo económico y social, los destinos turísticos sostenibles o los territorios sostenibles deben informar que no todos los turistas o formas de turismo son bienvenidos ni todos los inversores lo son. La apuesta por la seguridad y la sostenibilidad requiere igualmenteuna política de promoción de inversiones  coherentes con los valores que proyectamos. Inversiones con impacto social o inversiones responsables que no solo considera la rentabilidad, sino también el impacto social o medioambiental (ESG o IRG).

En definitiva, el turismo sostenible emerge como oportunidad para recuperar y reactivar el sector del turimo. Hagámoslo con coherencia y visión estratégica, evitando que las urgencias del momento que vivimos desvirtuen el potencial de un sector que puede ser estratégico tanto para hoy como para el futuro.

La economía de las caricias en la era de la tecnología

Se escribe mucho sobre los nuevos perfiles profesionales que demandará el mercado laboral en los próximos años. Algunos son prácticamente imposibles de predecir, ya que el mundo de mañana quizás se parezca más bien poco al mundo de hoy. Otros, sin embargo, empiezan a ser identificados como los perfiles más demandados, especialmente los vinculados al área de IT.

Según los expertos en capital humano, la tecnología está demandando ya nuevos perfiles que no abundan, tales como el Digital Manager, el experto en Ciberseguridad, ingenieros en Inteligencia Artificial, o abogados Mercantilistas especializado en NuevasTecnologías. Igualmente, hay perfiles igualmente emergentes en otros sectores profesionales como el Talent Manager para el área de recursos humanos, o el Finance Business Risk Partner en el área de finanzas o el Ingeniero en Soluciones de Automatización en el sector industrial.Y así una larga lista inabarcable e inimaginable hoy en día.

La tecnología es imparable y con el nivel de desarrollo de la Inteligencia Artificial y del llamado “machine learning”, nos encontraremos en poco tiempo que las máquinas no serán solo capaces de procesar información, sino de reaccionar ante el entorno y aprender. Entramos en la era de la robótica desarrollista, lo que hará inevitable la interacción y colaboración entre personas y máquinas. La buena noticia es, que, de momento, las máquinas no tienen desarrollada la inteligencia cognitiva, lo que es una ventaja competitiva para los humanos y nos permite seguir teniendo un papel central en muchos entornos profesionales en el que las emociones juegan un papel central.

El empleo no va a desaparecer con los robots, como proclaman algunos, pero se va a transformar de forma importante. A pesar de la creciente complejidad de nuestras sociedades y la especialización del mercado laboral, seguirá siendo necesario hacerse cargo del estado emocional de las personas y de los colaboradores de una empresa o de una institución con eso que se viene a denominar las “soft skills”, las habilidades blandas.

La gestión emocional de las personas es un terreno especialmente interesante para las empresas. Las emociones son la nueva energía que mueve el mundo, y los estudios recientes sobre neurociencia nos muestran el poder creciente de las emociones para comprender mejor la naturaleza humana.Las personas escuchamos antes al corazón que a la cabeza. No somos seres racionales como queríamos creer, y en un mundo hiperconectado, rápido y furioso, la gestión de las emociones va a jugar un papel central en el presente y en el futuro.

Es por ello, que las empresas deben tener en mente la creación del perfil del Chief Happiness Officer (CHO),algo así como un director de la Felicidad. Para algunos sonará a broma, pero estudios como el realizado por IOpener Institute de Oxfordreflejaba que los colaboradores felices dedican el doble de tiempo a sus tareas tienen un 65% más de energía y su vinculación con la empresa es mayor. La felicidad, es decir, el vínculo emocional entre el colaborador y la empresa impacta directamente en la productividad y la competitividad.

¿Cuáles deberían ser las funciones de este CHO? Aquellas que dicta el sentido común pero que está lejos de ser una realidad en la mayoría de las empresas y que impactan directamente en el clima laboral. Hacer sentir a los colaboradores la importancia de la función que realizan, independientemente de su categoría o responsabilidad, reconocer sus méritos y esfuerzos, asegurarse que sus necesidades básicas están cubiertas, que es algo más que cobrar un salario, y sobre todo escuchar y conversar. El Chief Happiness Officer tiene que asegurar que los colaboradores tienen a su disposición los canales adecuados para compartir sus necesidades, opiniones e ideas y sentir que aportan valor a la empresa.

Paradójicamente en esta era tecnoutópica y de las múltiples aplicaciones y herramientas tecnológicas, el propósito, las historias, la confianza y las emociones, constituyen los factores críticos fundamentaes para atraer y retener el talento en una nueva cultura de la atención emocional de sus colaboradores.El neurólogo de origen portugués António Damásio, autor de numerosos libros sobre el impacto de las emociones en el comportamiento humano, publicó un brillante libro, “El error de Descartes”, en el que explicaba cómo las personas tomamos decisiones condicionados por la emoción. Damásio, acuñó entonces el término de “la huella somática”, un mecanismo mediante el cual las emociones guían -o sesgan- el comportamiento y la toma de decisiones de las personas en el que la racionalidad requiere una buena aportación emocional. El neurólogo, sostiene que el error del célebre filósofo René Descartes fue la separación dualista entre la mente y el cuerpo, esto es, entre racionalidad y emoción.

Eso es especialmente importante en tiempos de cambio e incertidumbre. En un momento en el que muchas empresas y sectores profesionales están sometidas a profundos cambios disruptivos o tienen que enfrentar un profundo proceso de transformación digital, es especialmente importante hacerse cargo del estado de las personas y reconstruir el vínculo emocional entre la empresa, el trabajo y las personas. Para ello los recursos y habilidades conversacionales vuelven a ser fundamentales y emerge el mundo de las palabras y de las pequeñas historias para crear conexiones emocionales que tienen un impacto directo en la cultura corporativa y en los resultados de las compañías.Y es que la historia de la humanidad está íntimamente ligada a las historias porque dan coherencia y sentido a nuestras sociedades.

La potencialidad del storytelling -de las historias-, reside principalmente en la capacidad que tienen de envolver, acercar y humanizar la comunicación y las relaciones personales y profesionales. “Puedes acariciar a la gente con palabras”, escribió el autor de El gran Gatsby, Francis Scott Fitzgerald. Y es que no existe mejor arma de persuasión masiva que una buena historia, algo que el psicólogo Claude Steiner definió en una maravillosa teoría denominada “la economía de las caricias”, desarrollada en sus observaciones clínicas como en el legado de su maestro, Eric Berne, creador del análisis transaccional.

En la era de la tecnología, los algoritmos y los robots, las personas necesitamos volver a sentir las caricias, aunque sea con las palabras.